top of page
Buscar

Florece donde estás plantada

  • Foto del escritor: Thalien Colenbrander
    Thalien Colenbrander
  • 15 may
  • 6 Min. de lectura

Hace unos días, encontré una entrada de diario de marzo de 2021. En ese momento vivía sola en mi furgoneta camper con mi perro, en algún lugar de Europa, navegando las secuelas de haber dejado los Países Bajos en octubre de 2019 y en medio de ese proceso de buscar y construir una nueva vida para mí misma. No lo sabía entonces, pero estaba a punto de aterrizar en el centro de retiros de yoga Suryalila en el sur de España, lo que resultaría ser un capítulo clave en mi vida.


Al leerla ahora, más de cuatro años después, siento dos cosas al mismo tiempo: compasión por la mujer que escribió esas palabras… y un confrontante “hostia puta”. Porque… ella sigue aquí. Tal vez un poco más curtida, con suerte un poco más sabia, pero sigue aquí. Siguiendo con las mismas preguntas. Siguiendo en proceso.


Esto fue lo que escribí entonces. Estaba en neerlandés, pero lo he traducido literalmente porque quiero conservar lo crudo del momento, con algunos añadidos entre corchetes para contexto.


Título: Florece donde estás plantada.

Esta frase se compartió en un grupo de mujeres, y fue justo lo que necesitaba oír. Estoy otra vez machacándome por la vida que he elegido. No es el lugar adecuado, ni la furgoneta adecuada, ni el trabajo adecuado, ni el estado civil adecuado. Siempre esa sensación de que las cosas deberían ser diferentes. Pero y si estas circunstancias exactas fueran ideales para mi crecimiento? También pienso mucho en lo que Sevana [mi hermana] suele decir: 'Si piensas que X va a pasar… probablemente tengas razón. Pero si piensas lo contrario, también.' [Una frase que le encanta repetir. Es un principio clásico del mindset, muy en la línea de la PNL (Programación Neurolingüística), que apunta a la idea de que nuestros pensamientos no solo reflejan nuestro estado interno; también moldean activamente nuestros resultados. Si voy por la vida esperando que todo se derrumbe, probablemente pasará. Pero si creo que soy capaz o que algo bueno es posible, empiezo a ver el mundo a través de esa lente.] Así es. Y la verdad es que pienso muy negativamente muchas veces.Y sí, eso tiene mucho que ver con la comida [en ese momento comía en exceso para adormecer el malestar]. La duda. Dudar de mí misma y de mi capacidad para crecer de forma constante en una dirección. Hace poco conecté, por un momento, con la idea de vivir sin un plan, y si eso podría estar bien. Imaginar que no hay mañana ni ayer, sin ambiciones ni ganas de demostrar nada. Solo hoy —¿y cuáles serían los ingredientes para tener un buen día? Ser amable conmigo misma, cuidarme mental y físicamente. Ser amable con los demás. Mi trampa es que suelo vincular la esperanza y mi autoestima a circunstancias externas o a imágenes en mi cabeza, como la de ser una entrenadora de cuerpo/mente muy reconocida (por poner un ejemplo cualquiera), y esas imágenes, claro, fluctúan todo el tiempo. Así que los planes son solo eso: planes. Actúo por actuar, simplemente para hacer algo. Para desarrollarme, mejorar mis conocimientos y habilidades para poder ofrecer más. Pero no creas que por eso vas a ser más feliz.”


En ese momento estaba atrapada en el ciclo de intentar arreglarme—de siempre tratar de “llegar”, sin tener ni idea de adónde. Y la verdad… todavía lo hago. Las circunstancias externas han cambiado—ahora vivo en el precioso Conil de la Frontera, vendí mi furgoneta camper, tengo un trabajo de media jornada como editora de producción, ingresos estables, buena salud, una comunidad de amigas maravillosa, un nuevo amor, mi perro, un emprendimiento paralelo de terapias holísticas con sentido, y prácticas de canto que me alimentan el alma.


Y sin embargo… los mismos patrones de siempre se cuelan.


La duda. La rumiación. La frustración de no hacer suficiente con mis ideas. La sensación de que la vida se me escapa mientras sigo “preparándome” mentalmente para vivirla.

La ironía es que mi trabajo espiritual y mi desarrollo personal son también, en parte, mi trabajo profesional. Acompaño a otras personas a través del trabajo corporal, sanación con la voz, terapia somática. Facilito ceremonias. Les ayudo a entrar en sí mism@s. Y aun así, yo lucho con la misma mierda con la que ayudo a l@s demás 😆.


Y eso me lleva a un post que vi en Instagram hace poco y que me atravesó como una flecha:


“A veces solo necesitas parar. Parar el trabajo espiritual. Parar la sanación. Soltarlo todo por un momento. Y la paradoja es: eso puede ser lo más espiritual que puedas hacer. Hemos empezado a asociar la sanación con el hacer—hacer más, arreglar más, aprender más. Pero si no te sientes suficiente tal como eres, hacer más solo refuerza esa sensación de no valer. Llevamos la mentalidad de productividad y alto rendimiento también al camino espiritual. Pero la verdadera sanación no viene del esfuerzo. Pide lo contrario. Parar. Respirar. Estar con lo incómodo sin intentar cambiarlo. Esa es la verdadera sanación. Y muchas veces, es el camino más simple. Este camino no se trata de ser más. Se trata de ser quien realmente eres—no esforzándote, sino soltando todo lo que nunca fuiste.”


Me quedé un rato sentada con eso. Porque puso en palabras algo que he sentido durante años: que mi impulso creativo y mis ganas de “mejorar” muchas veces están enredados con el mismo miedo profundo—que no soy suficiente si no estoy haciendo, produciendo, aportando.


Y hace poco leí otra afirmación (gracias Patrick, si estás leyendo) que me dio directo entre ceja y ceja:


“Ya no voy a dar valor a pensamientos que no se expresen o se conviertan en acción.”


Esa me provocó claridad… y culpa. Porque sí, soy una de esas personas que vive mucho en su cabeza. Tengo el portátil lleno de ideas. Notas de voz. Esbozos. Pero convertir pensamientos en forma... ahí me quedo atascada. Y eso que tengo tiempo, y tengo a ChatGPT como socia creativa, caja de resonancia, asesora de marketing y coach de vida (sí, todas usamos el chat para eso, ¿no? ¡Y si no lo haces, te estás perdiendo de algo jaja!).


Pero bueno, soy en gran parte—aunque no únicamente—una máquina de ideas. ¿Será hora de ver esas ideas simplemente como eso: ideas? En lugar de semillas no plantadas que viven sin pagar alquiler en mi cabeza, haciéndome sentir culpable por no meterlas en la tierra y regarlas…


Y mientras escribo esto, me pregunto otra vez: Por qué estoy tan obsesionada con hacer, producir, crear?


La respuesta llega rápido y clara: Porque somos creador@s.


Elizabeth Gilbert lo explica maravillosamente en su libro tan recomendable Big Magic: cuando no canalizamos nuestra energía creativa hacia afuera—en arte, acción, movimiento—esa energía implosiona. Se estanca. Se pudre. Y como todo lo que se estanca, empieza a oler mal. Nos volvemos críticas, amargadas, bloqueadas. Lo opuesto a lo creativo: putrefactas.


Y sí, conozco demasiado bien esa sensación.


Y entonces vuelvo a esa frase que escribí en 2021:Florece donde estás plantada.

Sí, suena como algo que verías impreso en una taza de una tienda de regalos. Incluso puede que huela un poco a positividad tóxica. Pero tal vez, si me siento con ella de verdad, significa esto: Estar con tu vida tal como es. Aunque sea caótica. Aunque no hayas “llegado”. Aunque aún no tengas ni idea de qué carajo estás haciendo.


Quizás florecer no tiene que ver con ascender a un yo superior. Quizás tiene más que ver con permitir que el yo que ya existe se estire un poquito hacia la luz. Regar la tierra. Respirar. Hacer espacio para la quietud y el movimiento. Permitirte ser, en vez de estar siempre intentando llegar a ser.


Porque la vida... es un proceso. Y aunque sí, queremos manifestar cosas, construir, expresar nuestros dones—estoy aprendiendo (una y otra vez) a no perderme tanto en el hacer que se me olvide el ser. A no enfocarme tanto en hacia dónde voy que me pierda la belleza rara de estar aquí, ahora.


Hablando de belleza rara… El mes que viene me voy a India. Será mi primera vez, y estaré casi 3 meses. Va a ser intenso. Retador. Extraño. Hermoso. Y probablemente asqueroso por momentos, también. Estoy lista para estar con todo ello (frase que seguro me tragaré más de una vez, jaja).


Y tú, querid@ lector/a? En qué parte de tu vida estás esperando “llegar” antes de permitirte sentir paz, alegría o dignidad? Cómo sería florecer exactamente donde estás—sin cambiar absolutamente nada? Y cuál es ese pensamiento que lleva días (o meses) rondando tu cabeza, que ya está listo para convertirse en acción?

 
 
 

Comments


Subscribe Form

Thanks for subscribing! You will get an automatic reply from me asking you to confirm your subscription. Only when you then confirm your subscription will you receive my updates.

+34644032164

  • Instagram

©2022 por Thayoma. Equilibrio emocional – Regulación emocional – Encontrar la libertad – Encontrar el propósito – Retiro de libertad – Retiro de cambio de hábitos – Seguimiento de hábitos – James Clear Atomic Habits – Desarrollo personal – Retiro de sanación – Retiro de salud – Terapias holísticas – Masaje holístico – Meditación – Retiro de meditación – Retiro de atención plena – Retiro de recuperación de adicciones – Retiro budista – Retiro de compasión – Kristin Neff – Tara Brach – Jack Kornfield – Retiro de naturaleza – Técnicas de relajación – Retiro Europa – Retiro España – Sanación con sonido – Comunidad espiritual – Retiro espiritual – Espiritualidad – Masaje tailandés – Retiro transformacional – Vinyasa Yoga – Retiro de bienestar – Yin Yoga – Retiro de yoga – Portugal España Andalucía Retiros 2023 2024

bottom of page