2025 DESCARRILADO: Por qué nada parece estable (y por qué en realidad eso es la mejora)
- Thalien Colenbrander
- 9 oct
- 6 Min. de lectura
Alguien más siente que 2025 ha sido su año más descarrilado de la historia?
Sinceramente, nunca me he sentido tan descolocada ni tan fuera de órbita como este año. Tengo la sensación de que todo tiembla sobre sus propios cimientos, tanto a nivel personal como colectivo. Quiero hablar de ambas cosas. Aunque me encanta ponerme personal en este blog (¿o debería llamarlo más bien un diario público?), enumerar mis dramas de 2025 me parece un poco demasiado egocéntrico. Pero sí diré que todos los pilares que normalmente me dan sensación de seguridad y bienestar han estado temblando. Algunos más que otros, pero todos lo suficiente como para llevar un nudo en el estómago durante meses. ¡Y eso que no soy precisamente del tipo ansiosa, si me conoces en persona!
Así que… aquí estamos en octubre. Mi salud (el pilar más importante) ya está de nuevo en su sitio, pero estoy soltera otra vez, sigo buscando un lugar fijo donde vivir y todavía intento aclararme con el tema del trabajo y los ingresos. Cada vez que abro LinkedIn para mirar ofertas que encajen con mi perfil, mi espíritu se encoge. Si solo me conoces por mi faceta de terapeuta holística, te cuento que también tengo una vida paralela en el mundo editorial desde hace más de quince años. Aunque este trabajo freelance remoto me viene bien por comodidad y dinero, no me llena y es solitario. Me encantaría dedicarme al cien por cien a mi trabajo offline: ofrecer terapias holísticas individuales, clases y eventos grupales. Sería lo más alineado con lo que siento ahora. Tengo la sensación de que la vida me empuja hacia esa nueva identidad, pero el salto se siente enorme.
En general, 2025 ha sido el año de la inestabilidad total. Todo parece moverse, nada se siente como antes. Viéndolo con perspectiva, ha sido una especie de fase de deconstrucción de identidad. Y me doy cuenta de que la versión antigua de mí, la que funcionaba bajo las condiciones del “viejo sistema” (es decir, trabajar online solo por dinero aunque no me llene), ya no puede ejecutar ese software. Tal vez por eso me siento tan descarrilada: ya no hay nada estable a lo que estar sujeta.
Esa era la parte personal. Ahora vamos a la parte colectiva, desde una mirada más cósmica. Tenía la sensación de que tenía que haber una fuerza más grande detrás de todo el caos que estaba viviendo, tanto en lo personal como —más importante— a nivel global. Así que me puse a investigar...
Antes pensaba que los astrólogos creían que los planetas regían nuestro destino. Y por eso me lo tomaba con cautela, porque creo firmemente en el libre albedrío. Pero descubrí (hace poco, de hecho) que la astrología no causa nada de esto, es decir, no somos marionetas cósmicas. La astrología simplemente refleja los ciclos de cambio arquetípico. Es sincronicidad, no causalidad. Pues. Creas o no en la astrología, dime si lo que vas a leer no te suena cierto, y te invito a una copa.
Resulta que este año Plutón ha entrado en Acuario para quedarse una buena temporada, provocando un desarraigo colectivo de identidad. Acuario representa la autonomía, la verdad, la autenticidad, la soberanía personal. Plutón representa la muerte, la demolición, la excavación psicológica. Así que cuando estos dos se encuentran, lo que se desmantela son las viejas identidades, los mecanismos de defensa, las ilusiones y los roles de supervivencia.
Las personas que han vivido más desde la adaptación que desde la esencia se están volviendo locas por dentro, porque su “andamiaje de identidad” se está disolviendo. ¿Y qué quiero decir con “adaptación”? Básicamente, que tus decisiones reflejan tus miedos más que tus esperanzas (citando libremente a Mandela).
Un ejemplo personal de cómo se manifiesta la adaptación: durante casi todos mis veinte, mi perfil en las apps de citas no reflejaba quién era realmente ni lo que buscaba. Jugaba al papel de chica “relajada”, “sin expectativas”, la del buen rollo. Eso era pura adaptación, porque pensaba que eso era lo que los hombres querían. Y sí, una parte de mí (la más ruidosa) también quería eso, pero no porque me hiciera feliz, sino porque era la opción más segura. Y claro, eso era justo lo que atraía. No estaba emitiendo desde mi esencia. No lo sabía entonces, pero el motivo era que vivir desde la esencia implica ser auténtica y vulnerable. Y muchas veces preferimos que nos hieran o nos rechacen por la fachada que mostramos al mundo, en lugar de por lo que realmente somos por dentro. Porque eso se siente como una aniquilación total.
Vale, seguimos. ¿Qué más pasa ahí fuera, en el cosmos?
Pues ...tenemos el eje nodal Aries–Libra (el eje del yo frente al otro). Está removiendo todo lo relacional: los límites, la identidad, la codependencia frente a la soberanía, elegirte a ti misma frente a elegir la armonía.
Este ciclo Aries–Libra está empujando a la gente a dejar de delegar su sentido del yo en los demás. Resultado: te sientes sin suelo hasta que el “nuevo yo” se forma desde dentro en lugar de desde fuera. ¿Qué significa eso de “delegar el sentido del yo”? En mi caso personal, históricamente he tenido una percepción muy externa de mí misma, es decir, me veía a través de los ojos de los demás. Imaginaba lo que pensaban de mí, y eso definía mis juicios sobre quién era. Ojo, todo esto ocurría de forma inconsciente, porque por fuera (como mostraba mi antiguo perfil de citas) parecía una persona muy segura.
Pero hay más. También tenemos a Saturno en Piscis, que está trayendo confusión y disolución de estructuras.
Este tránsito añade esa sensación de “ya no veo el camino”. Es cuando todas tus prácticas espirituales, tus frases motivacionales y tus trucos de reprogramación mental dejan de funcionar. Es un salto espiritual, pero empieza con un “Enhorabuena: ninguna de tus antiguas estrategias sirve ya. A nadar.”
No digo que prácticas como la meditación, el yoga, el mindfulness o la PNL no sirvan. Tengo estanterías llenas de libros de autoayuda. Pero más que lo que haces, importa el cómo. Por ejemplo, si me siento a meditar con la intención de librarme de la ansiedad, ¿adivina qué tengo más al final? Ansiedad. El problema, como ya señaló Buda, es el deseo. El querer, el ansiar, el buscar. Es puro ego. En el sentido espiritual, lo que nos libera no son nuestros esfuerzos por liberarnos, sino la Verdad. Y la Verdad se encuentra al soltar, al rendirse. Soltar como el exhalar inevitable, no como una técnica. Sucede cuando ya no nos queda otra. Y cuando ocurre, no se siente como la aniquilación que teme el ego, sino como gracia y liberación. Y al fin y al cabo, ¿no es esa sensación de liberación lo que buscamos en todas nuestras prácticas?
En fin, vuelvo a Saturno en Piscis.
Este tránsito afecta especialmente a las personas cuyo trabajo es una extensión de su identidad: terapeutas, facilitadores, sanadores, profesores. Básicamente, cualquiera que “vende” su persona, no solo su habilidad. En este tipo de trabajo, el desalineamiento se nota enseguida: solo puedes acompañar a otros tan profundo como hayas llegado tú misma. La gente no contrata solo tu método, te contrata a ti.
En otros oficios, tu rendimiento no depende de tu estado emocional o espiritual del mismo modo. Puedes ser un contable brillante, una barista excelente o un diseñador UX sin haber resuelto tus traumas. No implica que esas personas estén menos evolucionadas (también hay mucho autoengaño y caos interno en el mundo espiritual), solo significa que su identidad no está tan expuesta. Las consecuencias son distintas. Pero para los del primer grupo, el oro que ofrecen nace del trabajo personal, de la alquimia del dolor y la experiencia. En resumen: hay que predicar con el ejemplo. Si hay aunque sea un 5% de “actuar”, “agradar” o “moldearte para gustar”, Plutón lo quemará todo. Los potenciales clientes lo notarán, aunque sea a nivel inconsciente. Y si no lo notan, lo notarás tú, porque la falta de integridad te devora desde dentro en forma de síndrome del impostor, autocrítica o vergüenza. No es un castigo, es una recalibración hacia la verdad. Y, como ya vimos, la verdad es lo que libera.
Lo que estoy (re)aprendiendo poco a poco es que la estabilidad no es algo que la vida te da, sino algo que construyes tú por dentro, a través de la verdad, la seguridad del sistema nervioso y el contacto contigo misma. Claro que las personas, los lugares y las cosas pueden ayudarte a estabilizarte, pero el mundo exterior se tambalea porque ya no está destinado a ser el ancla. El ancla tienes que ser tú.
Y si tú también estás en esta fase de desmantelamiento, en la que el viejo andamiaje se ha derrumbado y el nuevo yo aún no ha llegado del todo, no tienes que resistirlo a solas. Este es precisamente el terreno donde el trabajo somático con las partes se convierte en un salvavidas: te ayuda a encontrarte con las partes asustadas en lugar de abandonarlas, y enseña al cuerpo a sentir seguridad desde dentro, en lugar de reaccionar con mecanismos de defensa.




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